El
Ministerio Público, la Fiscalía, tiene encomendada la promoción de la
acción de la justicia para defender la legalidad, los derechos de la
ciudadanía y el interés público. Este órgano constitucional, que se
integra en el poder judicial pero que tiene autonomía funcional, se
convierte en pura filfa si se pasa por el forro de sus ideologías
malsanas los fines de sus funciones. Hasta ahí, lo esencial. Lo que
sigue, es un elemento accesorio que, de obviarse, relega el fundamento a
la categoría de excremento.
El
Fiscal Jefe de Cataluña debe ser destituido. El Fiscal general del
Estado, o del Gobierno como decimos de vez en cuando, ha de iniciar,
presto, un expediente para remover de su puesto al ilustrísimo señor de
escaso lustre. Un expediente con todas las garantías legales. Para que
el susodicho alto cargo no apele a los sentimientos catalanistas a fin
de ocultar el feo rostro de su institucional discurso independentista.
Don
Martín Rodríguez-Sol, excelso representante de una Fiscalía bananera,
ha dicho en una entrevista que considera legítimo que se consultara a
los catalanes sobre su futuro político. Pues nada, que se alinee con los
separatistas de Convergencia, de Ezquerra y del Pesecé-Psoe y fiche por
alguno de estos grupos políticos. Pero antes que abandone su actividad
jurídica. Después, que se presente a las elecciones y lleve en su
programa el derecho a decidir por encima de lo que la Constitución
recoge. Mientras tanto, hasta que permanezca en el altísimo cargo que
ocupa, este señor debe ser vigilado muy de cerca. Sus palabras y sus
actos pueden provocar un daño muy grave a la causa de la
constitucionalidad del Estado español.
Y
no pido que sea cesado. Exijo la transitividad del verbo destituir.
Complemento directo de la acción del verbo: el fiscal jefe de Cataluña.
Si las mentiras hacen nido, el fiscal jefe es una cueva de filfas.
Un saludo.
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