De
vez en cuando el Partido Popular toca la flauta y la melodía aflora. La
melodía de la comunicación, que flojea demasiado en este grupo
político.
El
escandalazo de Ayamonte puede reportar dividendos políticos a la
formación que lidera Manuel Andrés González. Guillermo García de
Longoria, secretario general del PP en Huelva, ha salido a la palestra,
ha sacado una flecha del carcaj, la ha colocado en el arco, ha apuntado y
ha clavado la punta en el corazón mismo de la diana del adversario. La
diana es un burdel al que alguien concedió licencia de apertura en la
ciudad fronteriza y ese alguien es un enigma que se puede descifrar en
cuestión de días. No es la piedra de Rosetta ni el investigador es un
Champollion. No importa. El código es escrutable.
Los
ediles ayamontinos del partido de Rubalcaba y Griñán se conducen por
los usos habituales de sus jefes. Allá donde fueres, haz lo que vieres.
Que se enchufa, adelante. Que se urbaniza a discreción, los de la costa
en primera línea de ataque. Que se corrompe la vida pública, cagón el
último. De esta manera, la luz del paisaje de la ciudad del Guadiana,
que tan bien retrató Aguilera y a la que tanto debe León Ortega, se ve
ensombrecida por el artisteo indecente de algunos piratas de la
política.
No
tengo la menor idea de si el alcalde de la localidad y, al tiempo,
vicetodo del Psoe provincial, está pringado en este escabroso tema. Se
sabrá. Lo que sí es evidente es que tiene mucho que contar sobre las
andanzas de algunos de sus colaboradores más cercanos. De todas formas,
lo más acertado del discurso de Longoria es su dardo final envenenado:
“lo que está claro es que el detenido no pudo firmarla ya que cesó como
concejal en mayo de 2011 y la licencia se concedió en agosto”. En cuyo
caso, concluye con acierto incontestable: “quién la firmó”. Todo un
canto de libertad de expresión, de cordura dialéctica y de independencia
política.
Y
sobre todo, un alarido de rebeldía. En el PP habrá corruptos. Sin duda.
Pero Longoria demuestra que él no lo es. Y a sabiendas de su pulcritud
ética, lanza un mensaje de aviso para navegantes chorizos. Tenemos las
manos limpias. Cuidadito quienes quieran ponerse guantes blancos para
esconder sus sucios dedos.
Así debe ser y por ello me felicito.
Un saludo.
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