Paco
Ramos abandona la secretaría general del Partido Andalucista de Huelva.
A estas alturas, ignoro el nombre del sucesor. En la despedida, dedico
unas palabras a este político joven que ha hecho de su compromiso una
bandera de honradez. Que ha cometido errores, sin duda. En ningún caso,
se le ha ido la mano. Que ha trabajado, lo aseguro. Nunca se le cayeron
los anillos en un esfuerzo descomunal. Dicho está y nobleza obliga.
En
cualquier formación democrática, las personas son las que enriquecen la
institución. Y las que la arruinan. Se podrá estar de acuerdo con la
ideología imperante y con la política a seguir. O rechazarlas de plano.
Pero los dirigentes regionales de este partido han sido víctimas de su
propio vacío político. No les discuto su honorabilidad pero jamás
comprendí, tal mi torpeza, su mensaje y menos aún su errática andadura
de pactos con el Psoe.
Los
andalucistas se declaran nacionalistas, federalistas y progresistas. En
pleno siglo XXI, el nacionalismo casa mal con el progresismo. En cuanto
al federalismo, acaso sea resultado fallido de las prédicas
decimonónicas de Blas Infante, el llamado Padre de la patria andaluza y
olvidado progenitor de una autonomía que muere despedazada por la
voracidad de quienes se proclaman sus hijos. Menudos hijos.
Ojalá
me equivoque. Pero el precipicio aparece bien cercano. Una sociedad
democrática principia la pluralidad. La partitocracia ha marginado, sin
embargo, los pareceres divergentes en el rincón de los castigados. Poco
tiempo aventuro al partido andalucista. Muy poco. Las lágrimas
derramadas serán pobres y escasas.
Mis
simpatías hacia la organización de Francisco Ramos corren paralelas a
mi reconocimiento por su denodada lucha por sacarla del lodazal en que
la colocaron los “pachecos” y otros compañeros mártires. Fuera de ahí y
siempre con el respeto hacia las minorías, casi nada que agregar.
Un saludo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario