Llegó
el momento. Tarde. Sin embargo, la dicha es buena. El ala leninista de
Izquierda Unida sigue fiel a lo suyo. Atribuye a los demás la mala
praxis que gangrena a su cuerpo político. Censura el control totalizador
por parte del PP sobre la telepública del Psoe y desarraiga a su grupo
de cualquier actitud fascista sobre el medio. Rajoy ha decidido asaltar,
a través de un argumento legal, el búnker de RTVE y ha desalojado a los
combatientes de la causa de Rubalcaba. Decisión que se aplaude porque
la misma comporta algo más que un simple desahucio. Cuestión de salud
pública.
A
la próxima legislatura, si es que antes no se le unta debidamente,
Llamazares recorrerá el camino que otros tantos tránfugas hollaron.
Ingresará en la casa común de la izquierda de cara de cartón y entrará a
formar parte de la logia más secreta. Durante el zapaterismo, sembró de
minas el avance de la derecha y destrozó cuantas vidas humanas se
lanzaban en pos de cuotas de libertad y de limpieza. Vuelve a hacer
méritos. Caio Lara le ha robado protagonismo y el gallo sin espolón se
revuelve contra todo y contra todos.
La
telepsoe cambia de manos. No fue suficiente para impedir que Rajoy
accediera al Gobierno y defiende con la bravura de los perdidos los
últimos reductos de una torre imposible. La cámara oculta del 23-F pudo
salvar la democracia. El golpe sobre la mesa del Pirulí está sacando de
sus nidos de oro a los consejeros áulicos de un emperador destronado que
aspira, desde el ostracismo, a seguir manejando las riendas de la más
poderosa de las televisiones. Los ugetistas y los comisionistas, a la
calle. Si quieren influencia, que se la ganen en las fábricas o en las
empresas. La tierra, para quien la trabaja. Rajoy ha entrado en
Televisión Española con una cámara oculta en forma de ley que ha
mostrado a los espectadores la estafa de los dueños del negocio. Desde
masajes a inyecciones de bótox sin titulaciones homologadas.
Descubrir
la cámara. En todo caso, rebajar su precio. Se interviene la lente
escondida de la telepública más privada porque el robot sólo obedecía al
manipulador. A partir de ahora, el medio mantendrá su dependencia
política y económica pero no asfixiará a los discrepantes ni endeudará
tanto a los contribuyentes. Se había otorgado demasiado poder al
monstruo y éste devoraba a sus creadores. Un ente público que vive y
viste como el más caro y selecto de los clubs privados. La decisión del
Consejo de Ministros que preside Rajoy es acertada. Imprescindible.
Acaso
no sea el momento de investirla como empresa en manos privadas. Sí lo
es para las televisiones autonómicas. Los deformes clones regionales se
alimentan de falsos consensos y de falaces pluralidades. Nos cuesta un
ojo de la cara satisfacer las ambiciones de los políticos que encierran
en ellas lo más podrido de su codicia. La calidad se reduce al concepto
“share”. Según ese parámetro, Sálvame es todo un ejemplo de arte y Canal
Sur el Louvre de la tradición coplera.
Venga
ya. Por fin, el Gobierno ha jugado a la ofensiva. En vez de recortar,
reforma. Y reforma para rescatar. Rescata lo que estaba hundido en la
miseria. La telepública abandona el secuestro. Sin síndrome de
Estocolmo. Sin cámara oculta. A pecho descubierto. La ley en la mano.
Un saludo.
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