La
frenopatía es una enfermedad mental. El freno, un mecanismo para
detener el movimiento de las máquinas. La patía, una dolencia. La
política andaluza, frenopática. La economía de la región, un obstáculo
insuperable. La clase dirigente, una tortura. Con esta madera, la pasta
de papel va a salir arrugada. Engurruñada.
Dicen
que Dios escribe recto con renglones torcidos. La Junta andaluza no
escribe. Garabatea. Su madurez moral no se corresponde con su edad
mental. Por si fuera poco, desde hace unos días, los altos/bajos
gobernantes del equipo de Griñán se han instalado en la euforia de la
continuidad. Han perdido las elecciones pero saben a ciencia cierta y a
dudosa conciencia que el as de la victoria se lo sacan de la manga de
Valderas. Se acabó la rectitud que podía esperarse sentado y da comienzo
el mercadillo de votos y prebendas. Para mí esta presidencia y las
consejerías de tal, cual y parné. Para vosotros, todo lo demás. Eso sí,
cuando el dolor de riñón apremie, stop y marcha atrás. Los pactos se han
de conservar en la medida que el manantial nunca esté seco.
Valderas,
el feminista de las “tetas gordas”, señala los tiempos del compás de la
gobernanza autonómica. Una vez tenga colocada a la familia, se ocupará
de los problemas ajenos. El desempleo, el déficit, el índice de pobreza,
el fraude fiscal, el retroceso educativo y sanitario, son problemas
heredados, de sus socios de negocio, que tampoco exigen premura para su
solución. Además, qué van a arreglar si lo que interesa a esta pandilla
es que todo siga igual, o peor, por si acaso se convocan nuevas
elecciones y asoma en el horizonte el rayo de la derecha.
Nos
vamos a volver locos. Locos de atar. Esto no lo entiende ni
Champollion. La piedra de Rosetta era un juego al lado de este
jeroglífico. De lo que no cabe duda es de que Andalucía es una barrera
en el desarrollo de España. Despeñaperros no puede salvarse desde la
meseta porque se han dinamitado los conductos de enlace. El que quiera
pasar, ya sabe, a subirse en los jumentos de los EREs y a empujar el
pesado carro de la corrupción. Por mucho que Bruselas demande austeridad
y presupuestos válidos, el griñanismo se confabula con la valderada
para dinamitar los puentes del progreso.
Si
la España que nos dejó Zapatero estaba enferma de secesionistas, la
Andalucía que nos ha deparado el mapa electoral del 25-M padece el mal
de la ruina irreversible. Los comerciantes de la propaganda, de la
agitación, del miedo, de los dobermans y de la ideología de cinco
tenedores, se reparten el botín. Todo para ellos pero sin el pueblo. Son
déspotas no ilustrados pero sin prejuicios.
Qué
duda cabe de que con esta armada no se gana puerto alguno. La nave se
hunde y ni siquiera es posible rescatar algún día el tesoro que
guardaba. Se lo llevaron en barcazas antes de que el naufragio se
consumara.
Eso
sí, la gente, tan contenta de que la Semana Santa se celebre en su
esplendor, que la feria sevillana muestre su fulgor de los mejores días,
que la fiesta se extienda por todos los rincones del territorio y que
las huelgas ugetistas y comisioneras pinchen de vez en cuando las
iniciativas regeneradoras del Gobierno de Rajoy. Total, como hay que
morir.
Frenopatía. In crescendo.
Un saludo.
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