Los
muertos que vos matásteis no gozaban de buena salud. Pero los enfermos
acabarán sanando. Con esfuerzo y denuedo, los sanitarios lograrán la
proeza de la curación. Sarkozy tiene cabreado al personal psoecialista.
Pues no que dice que Francia no puede tirarse por el precipicio por el
que Zapatero, sí Zapatero, arrojó a España. Y los Rubalcaba de turno se
cabrean por una verdad tan evidente. Les escuece. Les pica. La sarna que
contagiaron contra ellos se vuelve. Moribunda la economía española, la
política del incapaz Zapatero contribuyó a la necesidad de la
extremaunción.
Era
una realidad sabida, pública y notoria. El presidente francés no hace
sino trasladar a sus conciudadanos la dimensión de un fracaso tan
vergonzante como indisimulable. Y como la nueva portavoz del Psoe en el
Congreso no quiere que señalen con el dedo acusador a su partido, menea
el penacho de plumas de los gallos de pelea a fin de que Rajoy
desautorice al marido de la señora Bruni. Sarkozy no ataca a España.
Sencillamente muestra a los galos los efectos devastadores de un
Gobierno canalla por demagogo y golfo por corrupto. Por extensión,
recuerda a todos que un apéndice de aquel consejo de ministros va a
reanudar en Andalucía la mala praxis recorrida a lo largo de más de
treinta años. Cómo va Rajoy a negar la verdad si los que han empobrecido
el país siguen en su empeño de conducirlo a la miseria irreversible.
Sarkozy
está haciendo un gran favor a España. Se ha atrevido a exponer los
efectos de una manera de gobernar y quiénes son los causantes de un
despropósito incalificable. Las llamadas izquierdas socialistas son los
autores del desaguisado. En Grecia, en Portugal y en España. La crisis
será de ámbito global, no se niega, pero la política desarrollada para
vencerla ha llevado la metástasis del cáncer al cuerpo social. Y los
cirujanos a quienes el pueblo encomendó la operación tenían las manos
sucias y el bisturí manchado de euros. El presidente francés hace lo que
Rajoy no aprende: recordar a su pueblo que confiar su voto a unos
malnacidos políticos equivale a la ruina próxima.
Entretanto,
el señor López, otro que tal, abre nuevas brechas en el tejido
económico. Ahora acusa al PP de perdonar a los que han defraudado a
Hacienda. La lengua envía a la entrepierna de estos iluminados el picor
que les hace rascarse con el cepillo de púas cortas. Rajoy puede
perdonar el fraude. Sin embargo, el fraude se ha alimentado desde el
Gobierno psoecialista. Ni solbes ni Salgado ni Zapatero ni Rubalcaba
movieron un dedo para detener a los infractores. Perdonar puede ser un
injusto fiscal. Mas lo que es un ilícito penal es colaborar en la
proyección del delito o mirar hacia otro lado cuando los evasores se
llevan el dinero a espuertas.
Están
bien escocidos. Los psoecialistas temen que la comezón vaya en aumento.
Mira que si, después de unos largos meses de ajuste del correaje del
gasto, se reduce el déficit y los inversores vuelven a fiarse de España y
el número de parados se evapora por millares. Mira que si Rajoy,
capitán general de la derecha, consigue insuflar vida al desahuciado.
Mira que si los de Rubalcaba terminan por extenderse el prurito incluso
hasta la húmeda y, a partir de ahí, comienzan a decir la verdad. Mira
que si los muertos que mataron los tenorios “bilorios” son salvados por
el taumaturgo del PP.
Que
los escocidos se rasquen. No obstante, en Andalucía los escocidos van a
ser escocedores. Y a los andaluces nos queda un infierno de roces.
Un saludo.
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