Rabiosos.
Rabosos. Dícese de quienes la rabia afecta al rabo. Término aplicable a
los psoecialistas en campaña interminable contra el PP. Se manifiesta
en todo tipo de actos. Si la consigna es evitar la creación de empleo,
los argumentos se multiplican. Miren si no lo de Eurovegas. El negocio
que los americanos se quieren traer a España promete trabajo. Una
inversión millonaria que abriría compuertas a la esperanza de un futuro
más halagüeño. Y sin embargo, los zombies de la contraseña arremeten
contra el Gobierno y contra los que ovacionen la actitud aperturista de
Rajoy.
En
este estado de la cuestión de la furibundez más despreciable, don Tomás
Gómez se hace sentir. El que fuera alcalde de Parla echa fuego por sus
fauces de dragón cabreado. Por defender su gestión, no tuvo empacho en
dejar en cueros las arcas de la localidad madrileña que rigió durante
años. En pelota viva. Perdedor compulsivo en los comicios contra la
derecha, el señor Gómez se enardece cuando atisba la menor oportunidad
de seguir golpeando el bienestar de la ciudadanía. De Eurovegas, nada.
No queremos en la católica España al mayor burdel de Europa, dice el
edil mangón. Además, se queja cual ateo o agnóstico o creyente de buena
familia, de que Monseñor Rouco consienta que los pecados contra la carne
tengan su capitalidad en Madrid. Como si no hubiera ya putas
suficientes, masculla. Claro, se justifica el prohombre protomártir de
las buenas costumbres, que como la Iglesia y la Derecha son lo mismo,
pues comparten todo cuanto sacrifique al pueblo español.
El
correligionario de Zapatero, Rubalcaba y otros rompehuchas patrios está
que trina. Lo mismito que cuando se oponía a Trinisonrisas. Pureza en
su más alto nivel de blancura y raya. De Eurovegas, ni hablar. Encima,
juego y casinos a troche y fantoche. Mafias y padrinos al estilo Chicago
años veinte. Con Javier Guerrero y chófer ya hemos tenido polvo fino de
calidad. Los yankys nos llenarían la casa de escoria filipina o
indonesia. Cómo se preocupa el madrileño. Vamos, que si la idea se le
ocurre al Psoe, estaría aplaudiendo con las orejas.
La
realidad nos despierta de ciertas pesadillas. Eurovegas, si o no, como
parte del sueño terrorífico. Despejada la subconsciencia onírica, el
consciente nos disuade de seguir los vericuetos de la razón. El propio
CIS, Centro de Investigaciones Sociológicas, nos abre los ojos y nos
dispara el espanto. Ochenta y cuatro de cada cien españoles señalan el
paro como principal problema de España. Tomás Gómez debe situarse en el
otro dieciséis por ciento de señoritos del buen vivir. Ochenta y seis de
cada cien españoles destacan la pésima situación económica de España.
Gómez, no. Él pertenece al grupo de élite de bien lleno bolsillo.
Manda
narices. Los legitimadores de un estado de corrupción y de deterioro
moral, desde el Felipe de los Gal hasta el Zapatero de la Sexta, hablan
de castidad en el púlpito de los puticlubs más reputados. Reputados.
Eurovegas, no, dicen los atracadores del estado de bienestar. Vivir para
ver.
Un saludo.
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