Los
bancos son los dueños del sistema. Los dedos del banquero y del
bancario se hacen huéspedes cuando de engañar se trata al usuario que
carece de fortaleza de ánimo y capacidad de entendimiento. Ellos saben
que la necesidad obliga a firmar documentos que, más que ininteligibles,
son condenas aceptadas de una estafa que niegan sufrir.
Los
desahucios por miles, los afectados por millones. Ahora, el Tribunal de
Justicia de la Unión Europea ha dictado sentencia sobre el
procedimiento de desahucios que pone la cara roja a quien tenga
vergüenza para reconocer la maldad. Las cláusulas abusivas son esa
maldad. Los contratos no son de adhesión. De sumisión hipotecaria. Esto
es lo que hay. Lo tomas o lo dejas. Son condiciones leoninas, usureras
y fraudulentas cuando el poderoso olisquea el hambre del prestatario.
Las cláusulas no se negocian. Se imponen y punto. Las partes del
contrato no disfrutan del mismo grado de libertad y de consentimiento.
La superioridad del banquero sobre el usuario es un ataque a la igualdad
y una invocación a praxis que no deben formar parte del Ordenamiento de
un Estado democrático.
El
abuso de poder es flagrante y se perpetra, además, con publicidad y con
los parabienes del Ejecutivo normador. La alevosía del préstamo se
lleva a cabo en despachos de apariencia legal y en oficinas de
reputación no dudosa. El prestatario acepta una cláusula suelo
imposible, unos intereses de demora bestiales y lo que sea menester con
tal de que le sea concedida una cantidad de dinero que le vincule, por
vida, a satisfacer la misma.
El
problema no reside sólo en la modificación de la ley. El dicho de
“hecha la ley, hecha la trampa” encuentra su acomodo en ámbitos
territoriales en los que la supervisión de la norma no llega al ámbito
de control de los que tienen la obligación de cumplirla. Qué más da que
el código penal condene la prevaricación judicial si se prohíbe a los
afectados por el delito denunciar al magistrado.
Es
curioso. Abusar es un verbo intransitivo. Lo cual choca con la
condición transitiva del abusón y con la pasividad del abusado. El banco
abusa del ciudadano. Lo mejor sería decir que el banco engaña al
ciudadano. Términos aparte, la realidad nos revela que muchas hipotecas
son abusivas y, además, criminales. Con ello hay que acabar. Ya.
Un saludo.
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