LA IGLESIA POBRE
Pobre
Iglesia. Pobre de las iglesias pobres y pena de las pobres iglesias. El
Papa Francisco es el último sucesor de San Pedro. ¿O debo decir el
penúltimo? Qué más da. Lo importante es que no exista bicefalia en la
Iglesia católica. Ni en congregación religiosa o civil alguna. El gran
constructor del universo siempre fue uno. No sé si me explico.
Bergoglio
es Papa blanco y no puede ser Papa negro. El gran Arrupe murió en la
cúspide de mando de la Compañía de Jesús. El jesuitismo es un fenómeno
desconocido para la mayoría de los ciudadanos. Amados y odiados al diez y
noventa por ciento respectivamente, los seguidores de Ignacio y de
Javier han sufrido persecución del poder civil y del poder religioso.
Sus clérigos han forjado la gran armada de la intelectualidad desde su
base de enseñanza social.
Francisco
I es Papa y jesuita. Jesuita y Papa para ser más exactos. Quiere una
Iglesia pobre y para los pobres. El deseo del Pontífice exige una
interpretación prudente. Si la exégesis de estas palabras discurre por
caminos estrictos, lleva, de entrada, a un ataque frontal a la riqueza y
a los ricos. Y volveríamos a las andadas. Jesucristo no prohibió la
riqueza ni exaltó la pobreza. Tanto fue así que predicó la igualdad como
puerta que cierra la posibilidad de la esclavitud. La igualdad para ser
y para estar, para ser libre y para vivir/morir. La pobreza de vida es
una opción cristiana que “Il poverello” de Asís defendió en época y en
lugar de grandes inculturas individuales.
Nadie
puede abrazar la pobreza y despreciar a la riqueza sin caer en el
frentismo malhadado de siglos de cristianismo y de catolicismo
fundamentalista. El absolutismo terminológico siempre ha sido fuente de
conflictos como lo es el poder de uno frente a los demás. La riqueza es
una aspiración cristiana que no está reñida con la pobreza que nadie
ambiciona poseer.
Si
alguien cree que el Papa vestido de andrajos puede contribuir a la
riqueza universal, se equivoca. De esta manera, desechamos la
prosperidad de los pueblos y elevamos a los pobres a la categoría de
casta de intocables. No. El nuevo Papa es demasiado listo como para
decir bobadas. La Iglesia debe ser rica en humanidad y en patrimonio
para producir, a su través, los frutos con que satisfacer las
necesidades del pueblo pobre. Mejor un pueblo pobre que un pobre pueblo.
Es preferible una Iglesia pobre que una pobre Iglesia. Pobre Iglesia es
la que por fuera y por dentro muestra una lujuria que mancilla la dura
vida de la gente. Paupérrima Iglesia sería la que, por fuera, viste la
saya franciscana y, en la trastienda, custodia los tesoros de la
materia.
Francisco
Primero no es Francisco de Asís. Ni el siglo XXI es la Edad Media.
Dejemos los polos en manos de los extremistas y de los anunciadores de
conflictos.
Un saludo.
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