Más
que aficionados, hooligans. Uno combate el psoecialismo por amor al
socialismo. Y desprecia al pesecé por parasitar al partido nacional. Lo
malo de los dirigentes de ambos partidos es que han bebido la hiel de
las dictaduras de izquierda y, por más que se empurran la miel de las
ideologías de derecha, sufren la temible enfermedad de la halitosis
política. Y terminan y empiezan por ser descubiertos en su doble juego.
Hoy
más monárquicos que Anson, ayer republicanos prietistas de oídas y
mañana largocaballeros con tacha. Así son. Alfonso Guerra declara que
Pere Navarro no le representa pero los dos brindan por su destino de
seguir chupando del bote. Que hay que ser españolistas, se es. Que
nacionalistas catalanes, vascos o gallegos, líderes. Que andalucistas de
salón, herederos de Blas Infante. Que federalistas, la tira. Si hay
que predicar el neocentralismo, agazapados tras la expresión. Si del
Madrid, del Bernabeu de toda la vida. Si culés, lo más de lo más. Pican
todos los naipes y trucan las barajas del juego.
El
PSC estigmatiza el españolismo con la misma fuerza que exalta el juego
nacionalista más rancio y tosco. Ofician misa y repican campanas con
idéntica impavidez que se descamisan y aposentan sus reales posaderas en
los palcos más lujosos. Saben que, ahora, la táctica es reventar.
Sobre todo, la idea de España. Chupar de la teta del partido de España
es un alimento barato y provechoso. Mientras la leche brote de la
nación, los mamones hacen sus pinitos nacionalistas y votan a favor del
derecho a decidir el independentismo.
Rubalcaba
tiene la oportunidad de poner una cifra en su haber gobernante. La de
mantener la unidad constitucional de España. Si para ello tiene que
romper lazos envenenados con los tiranuelos del Pesecé, hágalo. No
dejan de ser unos cuantos mindundis que, roto el cordón umbilical, se
ahogarán en la bilis que su propio hígado segrega por la boca. A
continuación, la refundación del PSOE de Cataluña, a imagen y semejanza
del de Extremadura o de Andalucía. En este caso, las ideologías
separatistas se meterán en el cubo de los desperdicios. Si la ubre no
da más de sí, los impostores volverán al redil de la nación. A toda
velocidad.
Vamos,
que me hablan de ideología estos mamarrachos y les llamo residuos de
sus falsas conciencias. El Pesecé que siga por el carril pedregoso, que
se va a enterar del precio de las gomas y de los amortiguadores. Con
todo, del valor del coche ajeno no se van a enterar hasta que no puedan
pagar el carburante que lo hace andar. En tanto, el PSOE-C, de
Cataluña, circulará por la autopista de la patria grande. Que es
España.
Un saludo.
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