Ser
propietario de la razón. No nudo propietario ni simple y eventual
usufructuario. Propietario de la razón. Gallardón se lo cree. El
ministro de Rajoy desarrolla unas paranoias políticas que ponen en
riesgo su propia salud y la de la sociedad afectada.
La
ley de tasas/tazas compendia el estado del problema ideológico y mental
del titular de Justicia. Quién le puso peteneras. Pocas decisiones han
concitado tantas repulsas desde todos los costados del espectro
ciudadano.
La
ley de tasas es una animalada que convierte la tutela judicial efectiva
en un nuevo estercolero nacional donde se arrojan las frustraciones de
quienes quieren, pero no pueden, acudir a los tribunales en pos de una
resolución justa. Nada que hacer. O pagas o la cagas, con perdón. Con
ser nefanda la situación, conforme destripas el terrón de la ley, uno se
apercibe de lo que esconde. En este sentido, aunque un vecino no
recurra ante el juzgado, puede verse condenado a pagar las tasas del
procedimiento si el juez estima la demanda del que sí recurre. Qué decir
al respecto. Que la columna vertebral de una sociedad democrática se
inclina por los efectos maléficos de una escoliosis múltiple.
Un trabajador despedido al que el juez sentencie indemnizar con 20 días
por año y decida no recurrir a una segunda instancia, conformándose
con lo resuelto, puede ser condenado en costas si el empresario,
insatisfecho con el fallo judicial, presenta recurso de suplicación y la
Sala termina estimándolo. En ese caso, el currito despedido no sólo se
tiene que callar sino que, además, debe sufrir la afrenta pública y el
flagelo en la plaza del pueblo. No cabe el "dura lex, sed lex". La ley
es dura, pero ley. No. Sólo es aplicable el "iniusta lex, non lex. Ley
injusta no es ley. Como poco, coacción al pueblo.
De
lujo. Gallardón es un sátrapa de tiempos pretéritos. Pocas veces la
discriminación ante la justicia había alcanzado cotas tan elevadas. A lo
largo de la democracia, nadie cayó tan bajo. Político alguno pisoteó
derechos fundamentales con la alevosía de este señor.
Y
si este iluminado cree que, con esta medida de arrasamiento, va a
solucionar los problemas de la institución, tendrá que hacérselo ver. Y
si rechaza la visita, se impone utilizar alguna camisa de fuerza. Sin
embargo, creo que lo más sano es desalojarlo del Ministerio ayer mejor
que hoy. Don Mariano tiene la palabra. Alguna vez el presidente debe
mostrarse gallardo y alejarse de gallardonadas, fanfarronadas y, de
nuevo, con perdón, cabronadas que hacen trizas la arquitectura social de
un país democrático que se llama España.
Un saludo.
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