De
paz. Y de verdad. En estos días soy propenso a confundir deseo con
realidad. Mi deseo de paz y de verdad se dan de bruces con lo que hay.
Además
de la paz, que es lo que más fervientemente busco, apelo a la verdad.
La verdad. No pido la desnudez. Aunque sea vestida. La verdad nos hará
menos cautivos, más libres.
En
esta fiesta de creyentes y agnósticos, de ateos e impíos, doy tanto
valor a la verdad que, en mi tierra, España, me conformo con que Rajoy
nos diga lo que, a su buen juicio, va a acontecer respecto al paro y a
la crisis. A su buen juicio. Y si no se atreve a confesarlo, que calle.
Al menos, sabremos por qué surcos aran los bueyes.
Navidad de nacer. La de 2012 va a parir un mundo de verdad, aunque sea vestidita.
Un saludo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario