Me
parece un delito. Lo de Montoro como ministro y lo de Hacienda como
institución. O uno y otra. Se dice que El País y El Mundo pueden
aparecer en la lista de morosos de la Agencia Tributaria. Sus deudas son
impresionantes, se rumorea. Si son tales, por qué no se airean hasta
ahora.
Cuéntase,
en este punto, que don Montoro está cabreado por los ataques de ambos
periódicos a causa del caso Bárcenas. Sobre todo, se enfatiza, si se
apuntan al máster de ética que quieren impartir al PP. Ellos, que deben
tanto, deberían callarse. Que no lo digo yo. Que se atribuye a don
Cristóbal.
Mire,
señor ministro, mire y lea. Si Vd. se indigna ahora, es porque antes o
no veía o no quería ver o le convenía más callarse. En cualquiera de las
tres situaciones del simio sordo, mudo y ciego, no caben eximentes para
su conducta. La deuda de estos rotativos con Hacienda debe ser
satisfecha con la misma celeridad con que los bancos arrebatan sus
viviendas a los pobrecitos que no pueden pagar la cuota de su gigantesca
hipoteca. Con la misma rapidez con que apremian y embargan al currito
de a pie que, como carece de influencia, se ve desposeído por los
recaudadores de impuestos. Cuanto reproche a esos dos medios por la
razón esgrimida, es una puñalada al corazón de la Constitución, de las
leyes y de la igualdad de los ciudadanos.
Por
qué ahora sí y no antes, repito. Si se portan bien con el señorito, se
le borran "les heures de punition". Acaso porque uno y otro medio están
despellejando la forma de contabilizar sus cuentas o porque tratan de
silenciar la libertad de expresión mediante chantajes más o menos
simulados. Si los rotativos españoles deben dinero a Hacienda,
aplíqueseles la ley con rigor. Sin concesiones. Sin titubeos. Como a
todo quisque. Lo demás dispara la chimenea del trato de favor, del
tráfico de influencias y de la prevaricación en toda regla.
A
ellos y a los clubes de fútbol. A todo el que se ampare en su
tradicional burladero del tendido siete para ver los toros desde la
barrera contemplando las faenas del torero rico y la muerte a puyazos
del toro pobre.
Señor
Montoro: no siga metiendo la pata que la mano de algún conmilitón ya
está más que sucia. Es preferible que se esmeren en la asepsia de la
lengua que, como es bien reconocido, por la boca muere el pez. Y lo
dicho: todos cristianos. Incluidos los poderosos directores de la prensa
escrita y audiovisual. Sea adepta a sus consejos o rebelde a sus
políticas.
Un saludo.
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