Eso
del dinero negro o blanco es una treta muy antigua. Las preguntas que
Vd. debe responder ante la simbología religiosa del crucifijo y de los
evangelios, como creyente, y ante la representación civil de la
democracia constitucional, como ciudadano, apenas son tres.
La
primera: ¿recibió Vd. dinero de Bárcenas tal como se refleja en los
apuntes contables del extesorero? Decir que publicará en la web sus
declaraciones de renta y patrimonio no es una contestación. Simplemente,
una salida a ninguna parte.
La
segunda: ¿asume responsabilidad por el enriquecimiento de este alto
miembro del Partido Popular así como de las cantidades “sobrecogedoras”
entregadas a destacados dirigentes de la formación que Vd. preside?
Prometer transparencia ahora constituye un acto inelegante y huidizo.
La
tercera: ¿cómo es posible que no haya interpuesto una querella contra
quienes le acusan de semejante aberración? Cualquier subterfugio verbal o
toda excusa melodramática entierra su ya mermada credibilidad.
Se
trata de decir sí o de decir no. Y ya está. Convoque todas las
reuniones que quiera, piérdase por los atajos más inverosímiles del
bosque más inextricable, y si no responde al pueblo, habrá secado
definitivamente el río de confianza que millones de españoles
depositamos en Vd. y en su partido.
Hasta
qué punto habrá conseguido decepcionar a sus votantes, que millones de
éstos estarían dispuestos a abstenerse en las próximas elecciones antes
que arrojar a/en las urnas la papeleta que pudiera dar el poder a
Rubalcaba y a los suyos. Éstos no se merecen nuestro sufragio. Ustedes,
tampoco.
Déjese
de desmentido. Aporte pruebas de su honradez y de su limpieza. La
ciudadanía está harta de palabras vacuas y de bolsillos llenos. Es la
hora de la verdad. Y a esta hora le faltan cincuenta y nueve minutos.
Un saludo.
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