Sé
que no existe. Que el diccionario se refiere a micrófono. Pero el
método seguido por la agencia de detectives de Barcelona ha tenido tal
repercusión mediática, que me he permitido la licencia.
El
caso de espionaje en Cataluña me retrotrae a la época franquista más
dura. Entonces no se necesitaba micro para enterarse de todos tus
secretos. Un par de zurriagazos te liberaban, de golpe, claro, de las
intimidades más ocultas. Se cantaba ópera partiendo del "jondo" lamento
de tus desdichas presentes y por llegar. Verdaderos especialistas en la
materia hacían trabajitos de una fineza impar. Alguno de aquellos
"coach" de la voz vive todavía y pasea su figura señera por calles y
plazas de la capital.
No
hablo de tortura en esta fecha aunque haberla, como las meigas, estoy
convencido de que la hay. Hoy día, el suplicio viene después de sacarte
la manteca de tu pensamiento y de tus confesiones. Te ponen un artificio
de sonido en un florero y una cámara de video en la esquina de una
lámpara y te sacan el personaje que llevas dentro. La Camarga es un
ejemplo de restaurante utilizado para estos menesteres culinarios de
recónditas entrañas. En el comedor, poco social y sí muy socializante y
catalanista, los clientes gustan de decirse verdades que no confesarían a
su madre. Mucha la fuerza de un buen manjar y de una espirituosa copa, o
botella, de vino.
El
suplicio, decía, viene después. Grabada la conversación, la cinta vale
millones. Depende del caché del político o del famoso. Parece ser que
desde el ministro del Interior al comisario europeo están en el catálogo
de videos en venta. Tremendo. Mientras, la policía camina detrás de la
noticia. Las sempiternas mangas verdes.
La
democracia por la que tanto luchamos nos la han convertido en un
vertedero inmundo. Me consuela que, a pesar de todo, seguimos dentro de
su seno. Lo que me malicio es que, a este ritmo, se nos olvide que la
forma es consustancial al fondo. Si falta la primera, el segundo se
llama dictadura negra. En cuyo caso, necesitaremos megáfonos para que
nuestro grito de alarma llame a la defensa general de nuestras
libertades.
Si
los franquistas levantaran la cabeza, se apuntaban a las prácticas de
los contratistas de método 3. Mucho más barato y menos sangrante. Dónde
va a parar.
Un saludo.
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