Si
los papeles de Bárcenas revelan una práctica, Rajoy debería dimitir. Si
la contabilidad rudimentaria del que fuera tesorero del PP muestra la
realidad de una cúpula dirigente de esa organización, los nombrados
tienen que irse a la calle de inmediato.
Todos
ellos. El partido tiene la obligación de limpiar su interior y
esclarecer su imagen. El Gobierno debe destituir a todos los implicados
en los presuntos cobros irregulares. Y si lo está el Pleno del Consejo
de Ministros, convocatoria urgente de elecciones.
Me
da igual que no exista responsabilidad penal. Si uno solo de los
designados por la mano escrutadora de los apuntes contables sigue
ocupando un cargo institucional, la dignidad y la honorabilidad quedan
seriamente dañadas. Si son inocentes, moralmente inocentes, que
proclamen en voz alta su limpieza y nieguen rotundamente cualquier
atisbo de cobro por la susodicha vía. Pío García Escudero ya ha admitido
la validez de un debe. Por algo será.
La
democracia no puede soportar estos escándalos. Basta ya de echar
toneladas de cemento sobre la suciedad. La decencia nos hace libres y la
libertad se cultiva en tierras fecundas de laboreo sencillo. La
decencia.
Repito:
Rajoy debe dimitir ya. Me avergüenzo de haber votado a un partido que,
en vez de negar la acusación, acude a los estereotipos manidos de las
auditorías. Vayan a los juzgados y monten una querella en toda regla
contra Bárcenas o contra el que difame o calumnie. Es la única manera de
que alguien se crea que están libres de culpa. Mientras tanto,
dimisión, señor Rajoy, dimisión.
Un saludo.
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