El
artículo 28 de la Constitución reconoce el derecho a la libre
sindicación y configura como derecho fundamental el derecho a la huelga
de los trabajadores para la defensa de sus intereses. El derecho de huelga constituye una de las manifestaciones básicas de la actividad sindical, un derecho subjetivo fundamental de
los trabajadores, que exige, conforme al artículo 81 de nuestra Carta
Magna. Sin embargo, no es un derecho absoluto e ilimitado. No lo es.
El
Tribunal Constitucional se ha pronunciado al respecto y aclara que las
huelgas rotatorias, las huelgas en servicios estratégicos y las huelgas
de celo o reglamento no son ilegales pero se consideran actos ilícitos o
abusivos. Si nos atenemos a la doctrina del Alto Tribunal, una protesta
por la política social llevada a cabo por el Gobierno no es una huelga
política pura sino que incide en el interés profesional de los
trabajadores. Hasta aquí de acuerdo. Entonces, por que el adjetivo
titular de la huelga. Dónde está la degeneración. La respuesta es larga y
traspasa el marco de este comentario. Acudamos al artículo 10 del
Convenio 87 de la Organización Internacional del Trabajo. Huelga es la
acción que tenga por objeto fomentar y defender los intereses de los
trabajadores. Aquí radican las pautas que identifican la convocatoria de
esta cesación del trabajo por parte de los dos grandes sindicatos. Todo
lo que no sea fomentar y defender los derechos de los trabajadores se
constituye en frontera de derechos y garantías.
En
este punto, la huelga de hoy, 14 de noviembre, no se puede calificar de
naturaleza laboral porque no busca garantizar o mejorar las condiciones
de trabajo y de vida de los trabajadores. Tampoco se encuadra en la
consideración de naturaleza sindical toda vez que no persigue
garantizar y desarrollar los derechos de las organizaciones sindicales y
de sus dirigentes. Sí es de naturaleza política porque, bajo la careta
de legitimidad, se esconde una clara voluntad de derribar al Gobierno
de España. En un país con seis millones de parados y con una economía
recesiva, con una deuda gigantesca y un déficit sobrecogedor, elementos
heredados por el actual Ejecutivo, esta huelga general es una invocación
golpista y antidemocrática urdida por los partidos derrotados en las
elecciones y por los sindicatos afines a fin de subvertir el orden
legal.
Con
ser lastimosa y lamentable la situación, la degeneración de esta huelga
viene dada por el fomento que a la misma prestan determinadas
instituciones. Que Izquierda Unida de Andalucía decida, por boca del
vicepresidente de la Junta, apoyar esta huelga hasta el punto de
integrar piquetes informativos, clama al cielo. La vergüenza política de
estos señores raya en la dictadura más totalitaria. Si la huelga se
dirige contra el gobierno de la nación, la Junta ha de asumir su papel.
Lo que no puede hacer es actuar como el clérigo que predica la castidad
desde el púlpito y, después de despojarse de la sotana, regenta burdeles
por toda la geografía parroquial. Degenerado el cura. Degenerados los
izquierdosos.
Degenerar,
dicho de una persona, es desdecir su calidad. Referido a un político,
declinar su responsabilidad. Aplicado a un cargo público, perder la
nobleza de su función. Dicho de una célula, deterioro de su estructura. A
partir de esta merma, el cáncer. La huelga entendida como ataque
sistemático a la derecha gobernante es una degeneración democrática. Los
impulsores de esta lacra social, degenerados de tomo y lomo. Los
hipócritas que la utilizan como arma de devastación económica, unos
canallas.
Lo dicho: huelga "degenerá". Porque y después de hoy, qué. O es que mañana se va a convocar otra. Mentecatos.
Un saludo.
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