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jueves, 1 de noviembre de 2012

SE LES VA LA OLLA


Triste la situación de la posicionada Comisiones Obreras. El sindicato. Sí, el sindicato que fue, se debate en la encrucijada de su corporeidad directiva y su identidad sociolaboral. Ensoberbecidos por su influencia política y cabreados por el recorte de sus posibles económicos, los gobernantes del sindicato se pegan cabezazos contra su muro de lamentaciones internas. Es que no dan una a derechas ni, lo que es peor, a izquierdas.

Un tal Rafael Rodríguez, secretario provincial de CC.OO en Córdoba, nos marca el grado de corrimiento de su locura institucional. El señor se ha dejado caer con una comparación lapidaria: Cáritas y la mafia. Por favor. No se puede decir algo tan repugnante y tan bajuno. Por lo visto, al califilla andaluz le ha molestado que la institución católica haya abierto un economato para atender a cientos de personas en manifiesto estado de precariedad adquisitiva. Pobreza en suma a la que no ha sido ajena la política de Toxo, gran valedor del disparate económico perpetrado por su otrora aliado y mecenas, el señor Zapatero. Qué vamos a hacer si la nave carece de cuadernas y el suelo presenta miles de agujeros.

Cáritas es una ONG de la Iglesia católica. Una organización sin ánimo de lucro y con clara intención de desvivirse por el amparo a los más necesitados. No requiere exhibir un carnet de cristiano ni de feligrés ni de simpatizante clerical ni de votante de partido alguno. Tampoco reclama adeptos ni hace propaganda proselitista. Comisiones Obreras, por el contrario, exige credenciales antes de atender según qué demandas de los trabajadores. Credenciales y dinero, que no les basta con las ubérrimas subvenciones que recibe del personal gobernante del Psoe. Cree el ladrón, reza el castellano refrán, que los demás son de su condición.

La necesidad es grande y escasa la mies. El lodazal generado por el psoecialismo gobernante con la inestimable cooperación del sindicalismo verticalizado de Comisiones y de Ugeté está en el suelo movedizo de la España que ellos contribuyeron a empobrecer. Miles de marginados y de excluidos sociales se benefician de las ayudas que proporcionan Cáritas y sus miles de voluntarios.

Hay que tener muy poca vergüenza, ninguna, para comparar a una institución de caridad con una organización que hace de la delincuencia sistemática su modo de vivir. Hay que ser canalla para sostener tamaña burrada. La única disculpa que tienen estos mozos es la escapada de su olla. Se les va el tarro. Como en su interior no hay garbanzos ni esencias, los recipientes terminan por huir dejándolos solos en su miseria moral. Qué vamos a hacer si la vara está completamente "pelá".

Perdónalos, pueblo, porque ni saben lo que hacen aunque sí hacen lo que saben.

Un saludo.

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