Por
qué ahora y no antes. Nos lo preguntamos todos. Este articulista ya
advertía el problema hace unos meses y dejaba constancia por escrito de
la sospechosa laguna.
Por
qué ahora el exinterventor Gómez remite un documento comprometedor
sobre los EREs y no lo hizo en su momento. El alto funcionario avisó de
lo que ocurría, sí, pero no insistió en sus llamadas de alerta roja.
Acaso por miedo. Bueno. Es humano pero esta sensación insuperable ha
desaparecido al tiempo que perdió el ejercicio de su función.
Allá por agosto, servidor escribía: "No trato de salvar por un
momento la responsabilidad de la panda juntera. Bajo ningún concepto.
Bastante lastre arrastra por sí sola. Lo que me queda en el consciente
es el número de advertencias y la intensidad de las mismas.
Básicamente para que no se quede con el baldón de que nadie pueda
pensar que cumplió su deber y guardó sus espaldas. Dicho de otra
manera: ¿los alaridos del señor Gómez se limitaron al descubrimiento de
la primera candela o se repitieron hasta que su garganta no dio más
de sí? O más allá: ¿informó a los superiores máximos de la jerarquía
sobre la magnitud del coloso cremado? Miren ustedes, es que no estamos
ante un presunto delito inicial que terminó al día siguiente de su
estallido. De haber delito, ha sido continuado y la piromanía reinante
presentaba caracteres de patología colectiva y no atribuible a un
sujeto determinado. Insisto. ¿Informó Gómez a Chaves tras constatar
lo baldío de sus notificaciones al IFA o a la Consejería de Empleo?
Acaso se limitara, ya digo, a cubrir su espina dorsal sin dar cobijo a
otro tipo de expedientes contra su persona. La desmemoria sobrevenida
de algunos cargos públicos provoca reacciones de sospecha entre la
ciudadanía. Gómez debió reunirse tantas veces con el Consejero de
Hacienda, a la sazón Griñán, que no recuerda si en alguna de esas
reiteradísimas ocasiones, le trasladó su preocupación sobre caso tan
difícil. En cambio, si apenas mantuvo citas con el hoy presidente,
cómo ha de interpretarse su olvido con tan poderoso personaje. Cuando
el Interventor termina de dar la puntilla a la verosimilitud de sus
deposiciones parlamentarias, es cuando justifica que “un consejero no
se va a leer toda la documentación”. Con lo fácil que sería facilitar a
la Comisión el nombre del bombero advertido o del parque regional de
extinción de incendios. Recuerden el lema: cuando un bosque de dinero
se quema, algo suyo se incinera. Las cenizas son las de la decencia
perdida".
El
caso es que haber meigas, las hay. Caza de brujas, por supuesto.
Inquisición corrupta, por adelantado. Las víctimas suelen cantar la
traviata cuando el verdugo institucional aplica la tortura vomitona.
Del
mismo modo que digos y diegos se solapan en la figura de Valderas. El
actual vice de Griñán decía ayer que el presi tenía una clara
responsabilidad en el negocio infame de los expedientes. Hoy dice que
no. El miedo no es el elemento distintivo del cambio de opinión. El
poder. He ahí el quid. Valderas es un comunista de salón. Cuando no
tiene ni una moto, todo ha de ponerse en común. Una vez que se ha hecho
de la moto, del coche, del chalet y de la caja de caudales, aquí no se
reparte ni un ladrillo. Eso sí, los suyos quedaran bien colocados en la
carrera por la injusticia social.
Por
qué hoy sí y ayer, no. El misterio se llama miedo en unos sujetos y
poca vergüenza en otros. Sitúen ustedes a los protagonistas de este
filme pornográfico en la precitada clasificación.
Un saludo.
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