La
corrupción es la gran baza electoral de los votantes. Desde Galicia a
Andalucía y desde Valencia a Extremadura. La geografía española se
representa en un mapa repleto de chinchetas rojas. No se escapa ni un
metro cuadrado de suelo nacional.
Dentro
del inmenso arcoíris de las mangancias políticas, la segunda en
importancia por número de casos es el enchufismo. La primera, el
llevárselo calentito. Uno se ha hartado de denunciar las barbaridades
vistas y sentidas en el califato de Chaves y de Griñán. Porque conoce el
paño edafológico y porque el roce con la gente de la región te permite
una información que trasciende la ofrecida por los medios de
comunicación.
En
Galicia, y de la mano del PP, el rey Baltar ha cedido la corona y,
durante un tiempo, ha rescindido su contrato militante con el partido de
Feijoo. Ya veremos cuánto dura la ficción. Al parecer, el hombre había
hecho de la Diputación su mercado persa particular. Decenas de afines al
autodestronado monarca han sido empleados por arte y gracia del pequeño
gran hacedor. Al menos, de prevaricación por semejante causa le acusa
la Fiscalía.
La
vida política es sucia. Muy sucia. No insaculo a todos pero sí destaco a
numerosos dirigentes de formaciones de vanguardia. Creo que Melchor y
Gaspar disfrutan de su antiquísimo status de credibilidad y honor.
Baltar, sin embargo, se ha señalado.
Uno
confía en que los medidores de justicia impartida y los hermeneutas de
la justicia rogada coincidan en la parte dispositiva de la sentencia. Y
si el proceso se lleva adelante con todas las garantías, celebraré que
el acusado reciba la condena que el código penal instituye para los
sujetos convictos por este tipo de delito. Digo convictos porque de
confesos, nada. Bueno, salvo en Cataluña, donde el partido de Duran
Lleida admite la vergüenza del desvío de dinero por cursos de formación
después de doce años de instrucción y antes de que su líder se vea
sometido al oprobio de testificar en público.
El
rey Baltar habita las húmedas tierras del noroeste. El virrey
camaleónico Duran tiene su residencia por la rica zona del nordeste. Qué
tendrán ciertos sujetos con la realeza que, sin tener sangre azul,
obedecen a la llamada del privilegio y tienden a perpetuar su especie.
Un saludo.
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