El
coche familiar carece de rueda de repuesto. Dos de las cuatro gomas
están recauchutadas y, para más inri, desinfladas. No obstante, el
vehículo prosigue su marcha, lenta y cuidadosa. No es lo que debe pero
sí lo que se puede.
El
problema se manifiesta, en realidad, cuando la falta de aire incrementa
el rozamiento con el asfalto y los neumáticos se pinchan. No hay manera
de que el vehículo cumpla su cometido en estas condiciones. Tampoco hay
forma de convencer a sus propietarios de que el pinchazo, como el
desgaste, tiene su origen en la falta de motivación y en la ausencia de
voluntad de cooperar. Las dos ruedas buenas no pueden, solas, tirar del
carro. Es ineludible cambiar las que se encuentre en mal estado y
someterlas a un tratamiento urgente. Si no, todo irá al desguace.
Es
la metáfora de la vida. La familia viene a ser como ese coche antiguo
que, pese a los años, mantiene su status de símbolo de unidad. El pater
familias sigue manejando el volante pero la conducción se le escapa. Los
dueños de las ruedas infladas y alineadas cubren su recorrido a base de
dedicación, entrega y respeto. Al mismo tiempo, suplen las carencias de
los progenitores. En cambio, los irresponsables de las ruedas pinchadas
transmiten a la marcha la dejadez de sus vidas y la desidia de sus
actitudes. En cualquier caso, lo más adecuado es convertir el coche en
moto de dos ruedas.
Una
alegoría deja su condición de figura literaria cuando la realidad se
impone a la poética. El Estado flaquea si la familia se descompone. En
esta España del desencanto nacional y de la maldita crisis, o la familia
pasa por el taller de pinchazos, inflados y alineaciones, o todo el
país se va a hacer puñetas. Claro que para solucionar el problema, no
valen lloros ni declaraciones sollozantes de niñatos. Son necesarias las
personas maduras y comprometidas.
Dos
ruedas pinchadas hacen más daño por no admitir la urgencia de la
reparación que por la propia falta de aire. Es un recordatorio para
aquellos ciudadanos, hijos y nietos, que no quieren entender que del
hoyo se sale por el sumatorio de factores. Más tarde, serán autores por
omisión de la herencia que reciban.
Lo
más penoso es que los miserables juran y perjuran que las pinchadas son
las ruedas infladas de los que sí funcionan. En un alarde de golfería,
atribuyen a los que tiran del carro la condición de carga que ellos son.
De esta forma, destruyen el país y la familia, la familia y el país.
Un saludo.
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