Esperanza
Aguirre tendrá sus días tontos, no digo que no. El resto del año es
lista, hábil y diligente. Con la que está cayendo sobre su partido y
sobre la clase política en general, la presidente del PP de Madrid corre
que vuela. En plena orgía de revelaciones sobre convolutos extraños y
sobre tesoreros áureos, la señora Aguirre dibuja blanco sobre negro y,
rauda como el huracán, ha nombrado a Manuel Pizarro como director de la
fiscalía anticorrupción de su partido. Un rayito de luz que no trae el
amanecer, salvo que derribe los muros de oscuridad que obstaculizan la
llegada del alba.
Mira
que bien. En su contra, el oportunismo. Por qué hoy y no antier. Las
circunstancias son desfavorables y en este sentido, las medidas se
interpretan como excusas y coartadas. Me creo la información de El Mundo
acerca de los sueldazos añadidos que percibían, sotto voce, algunos
jefezuelos del tinglado pepero. Desconfío, sin embargo, de la ignorancia
de doña Espe en esta materia tan pesetera. Es más, manifiesto que su
posible desconocimiento debiera ser una invitación a su dimisión
inmediata.
El
señor Pizarro hará bien en aceptar el cargo. No obstante, el
expresidente de Endesa deberá tener en cuenta que la rueca de su bordado
precisa un hilo muy fino que puede romperse en el momento más
inesperado. Qué pasaría si don Manuel descubre que altísimos cargos de
la cúpula popular han sido untados por la mano sucia de una tesorería
que contabiliza en B o en C y que tiene en su nómina corrupta a
personajes de una relevancia más que singular en la vida gobernante de
este país.
Las
aguas bajan rápidas y muy turbias. Tengo la convicción de que mucha
gente de postín está salpicada en este banquete de inmoralidades. Mucha
gente. En cuyo caso, las investigaciones del señor Pizarro toparán con
el sólido muro del secreto más mafioso. Y si en su afán de llegar hasta
el fondo, descubre actuaciones delictivas, dudo que adelante, por la
izquierda o la derecha, al Ministerio Público o a la Inspección de
Hacienda o a las comisioncitas del Congreso.
Algunos
amigos a los que he comentado mi opinión sobre el tema, me han
preguntado si no es un despropósito desnudar al PP en tanto el PSOE
maneja los hilos de la infamia ajena y arroja toneladas de escombros y
de cemento armado para evitar que nadie conozca las interioridades
propias. Y qué, es mi respuesta. Y qué. Como refería Cospedal, que cada
palo aguante su vela. Si el centro derecha de España es capaz de
exponerse a la afrenta del pueblo y de desprenderse de los mangones que
han provocado el desprestigio de su organización, los insultos tornarán
loas y los golfos tomarán las de Villadiego. De este modo, en vez de
blanquear dineros, se lavarán caras y almas. La democracia volverá a
brillar. Todos sabremos quiénes han hecho el preceptivo acto de
contrición, en qué manera se han arrepentido y qué castigo proporcional
han experimentado.
A
partir de ese momento, Pizarro tendrá que velar por que la asepsia
garantice en el futuro las intervenciones de los dirigentes. Cerrar el
pasado corrupto sin más, ni hablar. Hay que desinfectar, desinsectar y
desratizar antes que conceder la licencia de apertura. Si el partido de
Rubalcaba sigue derivando por las sendas del leninismo negativo, es muy
dueño. Los ciudadanos sabremos ser reflexivos y, si cabe, indulgentes.
Las urnas dictarán sentencia. Es posible que sea condenatoria. Lo que se
desconoce es el nombre de los reos.
Un saludo.
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