Hoy,
ocho de enero, el príncipe Felipe, el presidente Rajoy y el jefe
separatista Mas se reúnen para inaugurar la conexión de alta velocidad
entre Barcelona y Figueras. A partir de ella, Francia, más cerca.
Mi
pregunta, antes de que el acto tenga lugar, es la posturita de Artur
Mas. Me malicio que el amigo de los Pujol intentará dar la nota. A este
fin, procurará rodearse de una hinchada mercenaria. Reventadores y
difundidores todos a una.
En
lo que sí confío es que, a la hora de hacer el ganso, las autoridades
del Estado muestren con la distinción que merece ser representantes de
todo el pueblo español, que los ridículos queden del lado
independentista. Que los gamberros de la política estén marcados por la
impresentabilidad de sus acciones.
Si
Mas y toda su cohorte de mamporreros gubernamentales se empeña en
destacarse por las malas, que el Príncipe y el Presidente se sitúen en
la peana que corresponde a los hombres de Estado y de las personas
educadas y corteses.
De
todas formas, si la inauguración se lleva a cabo con la exquisitez
deseable, celebraré haberme equivocado en mi predicción. Vaya que sí.
Un saludo.
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